Pero ¡ay! la crueldad y la altanería también forman parte de tu actitud. Recta como una “i” y mirando a tu gente como viles cucarachas. Eres testadura por naturaleza y quien te lleve la contraria en cualquier discusión se las tendrá que ver con tu frase más célebre (“¡Qué le corten la cabeza!”) y con sus temidas consecuencias. Nunca deleitas con una sonrisa verdadera.
Sí, mi reina, eres cruel.
Pero yo, a pesar de todo, sigo idolatrándote.
Porque en el fondo sé que tu comportamiento de tirana irascible tiene sus motivos y razones. Te sientes humillada por un rey que te utiliza para su beneficio y que no te respeta ni te da muestra alguna de que le importas. Tu ferocidad es debida a que siendo tú, reina de corazones, te partieran el tuyo propio sin ningún miramiento. Y también sé que debido a esto y a tu terrible frustración y odio hacia el mundo tu corazón está rodeado por una gruesa capa de hielo y suciedad.
Pero todo hielo se puede derretir y toda suciedad se puede limpiar. Y yo sé que en el fondo eres de una pureza que daña el alma.
Así que, reina mía, simplemente te pediría que te dieras cuenta de mi existencia y que acudieses a mí en caso de que lo necesitaras. Que dejes a un lado tu orgullo (que no tu amor propio) y te confiaras a mí. Que me cuentes tus penas y que, en caso de que lo necesitaras, tus reales y delicadas lágrimas caigan sobre mi hombro.
Quién sabe. Puede que algún día vuelvas a brillar como antes, y a sonreír con verdadero gozo y deslumbrando hasta al mismísimo Sol.
Y te prometo, por mi sangre y vida, que te seré fiel hasta mi muerte. Aun si me amenazas con tu frase final de sentencia.
Porque, por mucho que me aborrezcas por mi sola existencia y aunque al final no me aceptes ni como confidente ni amiga, estaré siempre contigo.
Porque eres mi reina, la única, mi creadora y tu sola presencia hace que mi corazón de papel tiemble. Porque te amo, reina de corazones. Reina de mi cuerpo y espíritu por siempre.
De parte de una de las miles de cartas que forman parte de tu baraja, que te adoran y que morirían por ti.

No hay comentarios:
Publicar un comentario