domingo, 2 de septiembre de 2012

Maldad

Tú, atrevida rastrera, que te deslizas por los rincones. Tus actos dejan huella allá por donde pasas. Muchos han tratado de personificarte por todos los medios pero todos se quedan en la superficie de la abominación que representas.

Habitas en los más profundo de lo insondable, donde los corazones más duros se resquebrajan de horror al imaginarte. Cuando se cree que desapareces, clavas tus garras en la oscuridad y destrozas la noche con una sola mueca.

Has conseguido que un mundo entero esté pendiendo de un hilo por el poder que tu esencia influye en los débiles e inconscientes. Y no te arrepientes, pues tu naturaleza no tendría sentido sin el disfrute del dolor y muerte que provocas.
Lentamente nos vas deshaciendo, para que vean la luz nuestro peores instintos. No eres materia en sí, pero reposas en todos nosotros y lo haces con gran maestría. Y todo, absolutamente todo, lo haces con devoción y sadismo.

Estamos condenados por ti desde siempre. La Maldad sea contigo.