sábado, 29 de mayo de 2010

Welcome to the circus

Llamaré a mi valor para que seamos uno, látigo y bestia. Del rugido de sus entrañas nobles hace sombra el jóven acróbata en su danza aérea.
Mujeres barbudas y enanos cantan a coro la macabra melodía mientras en un rincón el individuo con los colores del fallecido arcoiris y el rostro pintarrajeado salvaje y falso maquina su siguiente número de doble personalidad y su sonrisa se ensancha en risa maligna y voraz al observar con detenimiento los rostros infantiles que desfilan alrededor suya.
Antes de iniciar el espectáculo el director murmura pensamientos banales y alentadores.
Bienvenidos al circo.

viernes, 28 de mayo de 2010

Deja Vu

Un ligero parpadeo que transporta lo más abstractamente indescriptible a mi desgastada materia gris para manifestarse.
Se degusta en el ambiente , creo yo, un aroma de océano de miel congelado en escarcha, imposible de atravesar.
Las manos húmedas y la pupila decreciendo hatsa terminar en un punto clave rodeado de colores pardos y calurosos.

Revolverse, estremecerse, respirar, experimentar, recordar...

Incomprensible mezcla de tanto y tan poco. De lo pasado y lo presente. De lo borroso y lo nítido. De lo soñado y lo vivido.
Pulcro y tímido mi oxígeno inspirado en una calada abusadora. Enloquecido e hiperactivo palpitar de venas indecisas, casi reventadas en dolor y esfuerzo por el instante lúcido.

Un Deja Vu de emociones en la palma de mi mano, agonizante.

viernes, 21 de mayo de 2010

GhostFace

Chillidos de soprano histérica escapan de las ondas electromagnéticas de este televisor antiguo. La luz de unas imágenes distorsionadas me irritan los ojos, relampagueantes de excitación e interés en la película negra.
Silba el viento enfurecido contra los cristales de las ventanas transmitiéndo una atmósfera tenebrosa que cuenta las palpitaciones de mis venas envueltas en vodka coagulado.

La chica de pechos operados y minifalda rosa chicle vuelve a aullar. Sube las escaleras rapidamente, se aproxima a una puerta y al abrir esta su cara se tiñe de un escarlata abrumador y sobrenatural que provoca que mi líbido se eleve unos cuantos grados de temperatura.

Mi acompañante, al igual que yo, espatarrado en el sofá pasa su brazo cubierto por detrás de mis hombros desnudos. En su mano de cuero agarra fuertemente algo puntigagudo. El filo de la hoja del puñal reluce de forma muy hermosa. Roza mi garganta sensualmente.
Su respiración cada vez es más agitada. La mía, a pesar de mi ya mencionada excitación, se mantiene calmada y acompasada. Lo observo un breve instante en la oscuridad y advierto su manto negro como la noche y su rostro resumido en dos cuencas ópacas y derretidas y una boca alargada hacia abajo.

Vuelvo a atender al filme. Ahora un tipo con una máscara y una hoz le corta el cuello a otra jovencita similar a la anterior. Entonces caigo con horror en la cuenta de algo imperdonable. Miro al tipo que está a mi lado que me inmoviliza el cuello con un arma blanca a pocos milímetros de mi piel de gallina:

-¿Te apetecen unas palomitas?

martes, 18 de mayo de 2010

El bombín

Hoy pensaré en no pensar. Dejaré correr mis lagunas de memoria y de triturarme la materia gris para tratar de entenderte. Pedacitos de fotos crían polvo y telarañas en algún recóndito lugar de mi mundo, que podría decirse que es infinito. Y la carraca vieja que giraba ahora se me antoja oxidada.

Caigo en la colcha y miro al techo carcomido de termitas. Mis tirabuzones rubios se desparraman por todos lados y aun tumbada intento alisar inutilmente las arrugas de mi vestido de lolita con mis manos escocidas en soledad.

Giro mi cabeza y me topo con el bombín. Mi mirada se detiene en él. Te lo dejaste, pues te largaste sin demasiado amor por nada que estuviera en esta habitación. Ahora que lo veo me parece apreciar que destila cierto aire de suficiencia y egocentrísmo. Pues lo ha conseguido.
Me incorporo de un salto y lo sostengo en mis manos. Es mediano y está casi sin estrenar. Mansamente acabo por rendirme a su abismal atracción y me lo pruebo.

No me atrevo a reflejarme en el espejo, en el que apenas quedan cristales. Aspiro subiendo mi naricilla hasta tocar con la punta el borde del sombrero. Huele a ausencia demoledora. Siento colorear de manera imperdonable en mí los tonos de mi rostro. No se qué significa, ni si es amor ni si es rabia, ni si me quema o me hiela.

Aun así no lo tiro hacia las profundidades de la oscuridad de las esquinas tal y como hice con los recuerdos que renacen de forma inevitable y molestamente en estos instantes frescos. Paso mis dedos por su filo cortante.

Sin explicarme por qué, una veracidad que creía extinguida florece sin control en mis poros níveos. Siendo presa de una carcajada de bebe lanzo el bombím por encima de mi cabeza y finaliza su caída envuelto en el eco de un chispeante "¡Já!".

No, cariño. Hoy pensaré simplemente en vivir.

domingo, 16 de mayo de 2010

Insectos

Un hilo de vuestra tela de araña ha temblado. Temeis que todo se desmorone a vuestro alrededor y vuestros rostros se deforman en una mueca de alerta permanente. Vosotros, insectos superiores a mi condición, rondais el mayor tiempo posible a mi persona. Me manteneis en vuestra zona denominada "protección y educación".

Todo lo controlais, desde el primer hasta el último suspiro que escapa de mi aliento frustrado. Os imploro, os intento abrir lo más profundo de mi ser, ansioso de respirar libremente, y dono mi confianza. De nada sirve. Lo más rastrero de vuestra alma se coloco una máscara severa y aparentemente confiable que para lo único que es usada no es sino para absorver el máximo de información confidencial, como una esponja.

No creeis necesario saber más de lo esencial con lo relacionado a mis intereses y pensamientos abstractos que arden porque los atendais un sólo instante. Alardeáis de vuestra supuesta experiencia cuando en realidad yo tendría que daros clase de ello. Vuestras miradas me observan con un desprecio tan bien fingido que a veces es confundido con la llamada responsabilidad paternal.

Pretendeis comerme poco a poco. Ver como me consumo en la cápsula de los placeres rechazados y las falsas expectativas de unas promesas que no llegan a cumplirse. Pedís y pedís sin cesar a gritos en mi oído descuajaringado y chorreante de repulsión de confianza quebrada. Nada donáis, nada ofrecéis. Y todo lo que resumís en este conjunto de calamidades se llama "respeto y sentido común". En ello consiste vuestra tela.

Pero ella, como ya he mencionado, ha vuelto a ser perturbada. La libertad y rebeldía de mi juventud reprimida se intenta desatar de vuestras garras infames. El espíritu quejoso cada vez grita más fuerte y al principio os relvolvéis sorprendidos por la magnitud de estos, pero acto seguido reaccionáis y lo borrais tejiendo sobre mi boca un gran tapón. Como siempre.

Volveis a ganar la batalla. Me desmorono y pienso que finalmente todo está perdido. Pero cuando creeis que he escarmentado tan sólo habeis conseguido que el próximo chillido sea más intenso. La llama de ira crece en mi interior resguardada en buena actitud y falsos gestos de amor. Ahora actúo como la persona ideal, exactamente como siempre habéis deseado que sea. Pensais que esto ha hecho que escarmiente.

Pobres, pobres ilusos inflados en vanidad.

Cuanto más pienso en el final, una agradable sensación de felicidad extrema me recorre la espina dorsal. El saber que todo se dará la vuelta y dejaré de ser la víctima para convertirme en dominadora.
Mis queridos y amados insectos. Yo seré la que os acabaré devorando cuando el último segundo del fin de mi calvario finalice. Cuando una verdadera sonrisa salga de mis labios al pensar en vosotros.

sábado, 8 de mayo de 2010

Invierno porteño



Ramas quebradizas mueren al morder la suela de mi zapato en esta noche esquiva y perecedera. No hay, sin embargo, niebla alguna en el horizonte de mi pupila dilatada. Tan solo una oscuridad que me traga hasta mi maltratada garganta y el aroma de un Buenos Aires que recuerda lo que era antaño.
Al pasar por una acera que creo desierta compruebo que en ellas habitan todavía las sensuales damas del placer con sus cigarrillos en las manos terminadas en uñas atigradas. Sus sonrisas húmedas me revuelven la lívido provocada por el alcohol y mi desamparo.
Pero aun así no vuelvo a fijar mi mirada en sus faldas milimétricas ni los oídos en sus risas alentadoras.
Continuo andando hasta derramar el contenido de mi breve fiesta a los pies de un banco. Tras usar mi carcomida chaqueta de pañuelo oigo el traqueteo del último tren de la jornada. Se lo nota lejano y cruelmente egoísta.
Por sus puertas pasó el último rastro de la única esperanza de lo que considero vida. Su aroma inconfundible se lo tragaron sus puertas corredizas y metálicas que al unirse son infranqueables. La oleada del viento que provocó en tu cabello se llevó a su vez los suspiros de un pobre diablo moribundo.
Ahora sus cenizas se expanden como si de una epidemia se tratara, por los rincones más inaccesibles de este invierno porteño, que lo cubren con su tango incomparable.

sábado, 1 de mayo de 2010

Ecuación

Horror de números. Incógnitas sin respuesta. Me va a estallar el cansancio acumulado. Sucumbo ante la mirada severa del maestro que me clava sin piedad. Me adormezco. ¿Adonde me lleva este letal ensueño? Hacia las colinas de tu última vaga respiración. Sexy con triple X, una X elevada al cubo. Pego un respingo e intento concentrarme. No es el momento ni sitio para abandonarme.
Papel en blanco, pizarra pintarrajeada. El resultado de esta ecuación... ¿cómo era? Filas interminables de signos desconocidos y sin sentido giran en mi cabeza formando un agonizante tornado que zumba en mis sienes.
Observo la Y, se me antoja como un cuerpo sin cabeza haciendo el pino. Con las piernas abiertas. Río en silencio intentándo que el viejo no se percate. Este signo es como una metáfora de mí misma. Mi imaginación se libera de sus cadenas. Tú; yo. Igual a...¿cómo era?
X elevado al cubo + Y= ?
Y yo qué sé. Nunca se me dará bien esto. Ni una cosa ni otra. Una risa, estúpida y agobiada por salir de mi garganta seca me tortura. La voz del emisor que me envía información inútil cada vez es más lejana. Mi escudo para resguardarme es un libro de doscientas y pico páginas del revés.
Adoro las cosas sacadas de contexto. Detesto las matemáticas.