Llamaré a mi valor para que seamos uno, látigo y bestia. Del rugido de sus entrañas nobles hace sombra el jóven acróbata en su danza aérea.
Mujeres barbudas y enanos cantan a coro la macabra melodía mientras en un rincón el individuo con los colores del fallecido arcoiris y el rostro pintarrajeado salvaje y falso maquina su siguiente número de doble personalidad y su sonrisa se ensancha en risa maligna y voraz al observar con detenimiento los rostros infantiles que desfilan alrededor suya.
Antes de iniciar el espectáculo el director murmura pensamientos banales y alentadores.
Bienvenidos al circo.
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