Aire para unos pulmones envenenados. Lo necesito. Tocar fondo con él y no solamente con mi moral desvanecida. La brisa lo porta, con minúsculas moléculas de oxígeno glacial.
Me besan el rostro suavemente y con firmeza, mi pelo baila enardecido. Penetran en mi garganta, raspándola y arañándola...hasta llegar a la última ramificación de mis bronquiolos.
Duele pero sana. Lo necesito.
Sale despedido el desperdicio de una calada natural, de entre mis labios, pasando por mis dientes y produciendo un tímido silbido. El desperdicio es negro, similar a una humadera contaminando el aire puro restante de mi alrededor.
No me atrevo a respirar, la negrura grisácea es cada vez mayor. Un proceso de putrefacción que pasa de mis órganos mellizos al resto del mundo. El regalo de parte de mi vicio ridículo.
Muchos ayudan a que la mierda se extienda por todo el aire, el aire vivo, no el artificial. Ninguno deja de respirar, no sé si saben lo que producen o no.
Ausencia de veneno en mi boca, colgando de la boca de un cigarrillo. Me consuelo inutilmente con un aire que me es menos imprescindible. Intento convencerme de que no me importa esta falta de pureza. Me da igual.
Lo necesito.
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