sábado, 2 de febrero de 2013

Yo

No soy de las que se abren al mundo con desparpajo. La vergüenza no la puedo evitar pero siempre queda la opción de ser calmada en mis intervenciones. Muchos de los que tratan con mi persona lo encuentran confuso, pues no perciben tal incomodidad porque hablo abiertamente sobre aspectos no muy recurrentes como los asuntos de alcoba. Y yo me pregunto, ¿tan extraño es manifestar la opinión por algo tan trivial como lo físico, lo exterior? Es lo único en lo que no me importa que critiquen de mi comportamiento porque ¿qué se puede conocer de una persona solo sabiendo con quién y dónde hace ciertas cosas puramente destinadas a satisfacer el instinto?

Sin embargo, mostrar mi "cara interior" auténtica es algo que generalmente me aterra todos lo días de mi vida. "Todos tenemos secretos" dicen por ahí. Y puede ser cierto. Pero esta patología personal me crea cierto resquemor a ser yo misma de puertas para afuera. Porque, y no lo digo con intención de parecer interesante o superior al respecto, muchas veces mi propia complejidad es extraña para mí misma.

Cuando me encuentro en la soledad de mi espacio privado y me dejo llevar por la apatía de lo cotidiano, llego a pensamientos, ideas o deseos que no puedo comprender o tratar de manifestar en la realidad. Mi propia incapacidad para conmigo misma es absorbente e infinita. Y ocurriendo eso, no puedo pretender que otros lo aclaren por mí. Por ello, espero. Espero a llegar a clasificar todo lo que bulle en mi mente e intentar ponerle algo de sentido u orden.

Mientras tanto, al ser mi mundo tan basado en las apariencias, me dedico a sonreír y a mostrar los lados superficiales de mi ser. Al menos así, creo un personajes de carne y hueso que controlo y manejo en la obra teatral que es mi vida pública. Un auténtico escenario artificial donde se expresa dejando de lado su fondo infranqueable.

Ahora, no rehúso de tener cerca a ciertas personas. Algunas han llegado a adentrarse en mí más que el resto. Incluso ha podido haber un par de ellas que casi han rozado la materia real, lo que guardo en los recovecos de mi materia gris. Pero, aun así, nadie me descubre, nadie me atrapa. No querría perder la oportunidad de averiguarlo yo sola, antes de que otros me confundan más. Pero tampoco quiero que esos pocos seres, que se aproximan hacia mí hasta cierto punto, desaparezcan por completo. Porque ese "algo" que no termino de iluminar en mi cabeza me dice que no los deje ir. Pero que tampoco los deje entrar.

La cuestión más compleja, al final acaba siendo la más vulgar y simple. Pero todavía me queda mucho camino para poder afirmarlo. Por ahora, tan solo quiero sentirme solitariamente acompañada.

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