Bastaría un grito para despertar a la carne de gallina y que volviera a mi piel. Traería lo que no poseo hasta tus congeladas hormonas para hacerlas reaccionar.
Hoy es cuando cuenta me doy de mi derrota. Tan sólo me queda resignar mis ansias. Recoger los desperdicios llamados recuerdos. Las sobras de lo que fuimos que ahora son pasto de la hambruna de los buitres e insectos.
Daría lo que fuera para lograr encontrar las válvulas desperdigadas de mi corazón de entre tus cenizas.
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