Redoble de tambores
al tiempo del tic tacconspiran el dulce deseo
de la futura mañana congelada
Con odio miran las viejas,
con ojos blancos y arrugas deshechas,
gritan desesperadas
para que con ello finalice
su ardiente y última estocada
Claman los hombres,
claman los perros,
las manecillas
que imperturbables avanzan
sin dudar de su fijeza
Que la historia no exista
más que en las cabezas,
la ansiada idea
de una vana ilusión
Cabellos coloridos,
juventud eterna,
campo verde fértil,
nunca gris arboleda
El verdugo religioso
lentamente aplasta
con pausada crueldad
lo que queda de sus andanzas
Con mazo en mano
golpea la agonía silenciosa
de los números circulares
y flechadas agujas
Tiempo al tiempo,
silencio repentino,
y finaliza el espectáculo
la nada de lo existido
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