Dirá y dirá tu saliva descarriada todo lo que su fuerza le dé. Yo me quedo con la mía en coma. Tus opiniones se asemejan a material reciclado, por mucho que se repita no se tiene el mismo efecto.
Me molesta el baile de tus labios sin desenfreno y me repugna la hipocresía ausente en tu mirada de agua estancada. Cojo aguja e hilo y te cierro la boca con tres largas puntadas. Pero no sirve de mucho ya que como autómata continúas sin respirar con tu monólogo.
Mis tímpanos se irritan al igual que mi humor. Te arranco de un tirón el hilo, abro tu apertura facial y tiro de tu músculo parlante hasta separarlo. Este bombea incluso muerto y la sangre te decora junto con tu silencio. Lo coloco en tu mano pálida y temblorosa. Tu mirada ahora mira negra sin pupila. La lengua descansa inmóvil para siempre.
Nunca he visto una lengua más atractiva.
domingo, 29 de agosto de 2010
Llanto blanco
La tierra cuando no llueve. Seca. Yo soy esa tierra.
Casi polvo de un fruto negado por un destino incomprensible. Viviendo en la inconsciencia de una respiración lastimosa e indefinida que surge de entre mis entrañas. Alaridos en las calles de risas infantiles y puras en armonía. Un llanto blanco se asoma tímido en mis tímpanos.
Los dedos esmirriados resbalan delicados por la circunferencia de mi ombligo. Por un solo instante parece que algo surge, que se revuelve, que se ahoga por respirar vida invisible...
Agudizo mis sentidos para poder captar ese espejismo, acunarlo entre mis senos y sentir su débil palpitar junto al mío moribundo.
Las risas no renacen de nuevo, se han marchado dejando que mis poros comiencen a descomponerse en putrefacción temporal. Sin embargo, el llanto continúa. Al principio sonaba agudo, fresco, se oían corren lágrimas rebosantes de vida y jolgorio.
Y ahora, se ha vuelto grave y espeso y no se adivina vida sino enfermedad pausada.
Descubro con desamparada decepción que no es una criatura no nata la que se intenta hacer oir sino una mujer, una mujer que comienza a morir internamente sin haber producido su objetivo más básico. Mis manos manosean mis mejillas y contemplo el agua, más cristalina de lo normal, resbalando por las líneas de las palmas.
Por un momento la tierra no se sienta yerma y quebradiza, sino húmeda con defectuoso y irremediable organismo.
Las lágrimas de mi criatura anhelada e imposible. Mi vida. Ya he llorado por los dos.
Casi polvo de un fruto negado por un destino incomprensible. Viviendo en la inconsciencia de una respiración lastimosa e indefinida que surge de entre mis entrañas. Alaridos en las calles de risas infantiles y puras en armonía. Un llanto blanco se asoma tímido en mis tímpanos.
Los dedos esmirriados resbalan delicados por la circunferencia de mi ombligo. Por un solo instante parece que algo surge, que se revuelve, que se ahoga por respirar vida invisible...
Agudizo mis sentidos para poder captar ese espejismo, acunarlo entre mis senos y sentir su débil palpitar junto al mío moribundo.
Las risas no renacen de nuevo, se han marchado dejando que mis poros comiencen a descomponerse en putrefacción temporal. Sin embargo, el llanto continúa. Al principio sonaba agudo, fresco, se oían corren lágrimas rebosantes de vida y jolgorio.
Y ahora, se ha vuelto grave y espeso y no se adivina vida sino enfermedad pausada.
Descubro con desamparada decepción que no es una criatura no nata la que se intenta hacer oir sino una mujer, una mujer que comienza a morir internamente sin haber producido su objetivo más básico. Mis manos manosean mis mejillas y contemplo el agua, más cristalina de lo normal, resbalando por las líneas de las palmas.
Por un momento la tierra no se sienta yerma y quebradiza, sino húmeda con defectuoso y irremediable organismo.
Las lágrimas de mi criatura anhelada e imposible. Mi vida. Ya he llorado por los dos.
jueves, 26 de agosto de 2010
Eco
Parecía confuso aquello que me invadía. Había comenzado como un último reto que sería decisivo para mantenerme con los pies en el suelo. Caras desconocidas nos observaban por todos los ángulos. A mí, a él, a todos ellos. El oxígeno cargado de castidad y respeto se expandía con rapidez por nuestro semblante.
El principio nos lo esperábamos todos, con una acústica envidiable. La melodía fluía sin dificultad y acompasada con nuestras respiraciones acostumbradas los últimos días a la tensión. Mis dedos discutían con las notas con la rabia de un fortissimo y mi ceño fruncido me concentraba. Todo pasó deprisa pero, sin embargo, con cierto carácter de parsimonia a mi parecer.
Hasta que llegó la última. Emergió majesuosa de un silencio inmortal que, incluso para mi que la había experimentado varias veces antaño, me heló la sangre y despertó mi respiración. No puedo explicar con palabras correctas lo que se puede sentir con un conjunto semejante de vibraciones que tocan lo celestial. Una mezcla rica, variada, que te hace sumegirte en ella.
En el momento en el que la última nota se extinguió en esa tierra extranjera en un eco que alcanzó las profundidades de ese templo y de mi alma, mis lagrimas ocuparon su lugar.
Un eco que resonará por siempre en silencio.
El principio nos lo esperábamos todos, con una acústica envidiable. La melodía fluía sin dificultad y acompasada con nuestras respiraciones acostumbradas los últimos días a la tensión. Mis dedos discutían con las notas con la rabia de un fortissimo y mi ceño fruncido me concentraba. Todo pasó deprisa pero, sin embargo, con cierto carácter de parsimonia a mi parecer.
Hasta que llegó la última. Emergió majesuosa de un silencio inmortal que, incluso para mi que la había experimentado varias veces antaño, me heló la sangre y despertó mi respiración. No puedo explicar con palabras correctas lo que se puede sentir con un conjunto semejante de vibraciones que tocan lo celestial. Una mezcla rica, variada, que te hace sumegirte en ella.
En el momento en el que la última nota se extinguió en esa tierra extranjera en un eco que alcanzó las profundidades de ese templo y de mi alma, mis lagrimas ocuparon su lugar.
Un eco que resonará por siempre en silencio.
sábado, 7 de agosto de 2010
Sexy
Mis manos zalameras invocan a tu pelvis inflamada. Partiendo de unos párpados juguetones y un escote generoso. Líbido al cuadrado camina y se contonea por los alrededores, rodeada de miradas sugerentes en la que sus bocas ligeramente entreabiertas fabrican silenciosos jadeos.
Humeante el cabello, que atrevido se desparrama por mi curva trasera. Los labios te buscan, te absorven. La tiniebla nos envuelve. Tu respiración me abanica, el desvelo de tus ansias. Tus manos y dedos, cubren mis atributos, celosos de que los demas disfruten gratis.
Quiero estar sexy para tí esta noche. Aprovecho ahora, que lo soy.
Humeante el cabello, que atrevido se desparrama por mi curva trasera. Los labios te buscan, te absorven. La tiniebla nos envuelve. Tu respiración me abanica, el desvelo de tus ansias. Tus manos y dedos, cubren mis atributos, celosos de que los demas disfruten gratis.
Quiero estar sexy para tí esta noche. Aprovecho ahora, que lo soy.
domingo, 1 de agosto de 2010
Ciudad de papel gris
Las cenizas acarician mis dedos desnudos escaldándolos. El viento seco las obliga a bailar de forma inconsciente y desigual. Intento observar, más allá de los rascacielos grisáceos y la cruda decoración urbana, un atisbo de color entre los nubarrones espesos.
El silencio de mi alrededor me hace recordar aquellos momentos en los que me encerraba en mi habitación a meditar o sentirme como si solamente mi vida era la que vibraba en este planeta. Ahora mi deseo se ha vuelto realidad. Una calma fantasmagórica lo domina todo, como cuando juegas a un videojuego de zombies y tan solo adviertes el silbido del aire contaminado colarse entre tus oídos.
Los pájaros se han ido, los coches se amontonan unos encima de otros para siempre fijos en aquella postura. Esto, una gran ciudad que en cualquier momento caerá aplastándolo todo incluída yo. Todo lo que veo parece tan débil, tan viejo, tan...muerto.
Clavo mis uñas en las palmas de mis manos blancas y tiemblo. Estoy sola. Nadie me espera ni me reclama. Tan sólo ansio que el viento aumente hasta que los edificios caigan estruendosamente y no quede más que polvo desechable. Busco en mis bolsillos y hallo un mechero con poco gas. Suspiro desesperanzada. Jamás hallaré suficiente gasolina como para poder ver arder este mundo. Un mundo de papel, tan vulnerable y fácil de destruir.
Enciendo el mechero y una pequeña llama anaranjada surge, diminuta. La observo con la ciudad de fondo. Sonrío resignada. Por lo menos ahora hay color.
Almas gemelas
Tú, que fuíste aquella en la que deposité mis más privadas e incomprendidas locuras. Rodamos por nuestro cielo personal en el que el tiempo y la vida no eran más que un sueño e intercambiamos mutuamente nuestros ríos oculares y nuestras sintonías estúpidas.
Dejamos de conversar pues comprendimos que sólo eran necesarias las miradas bobaliconas impregnadas en complicidad infranqueable. Fundimos nuestra materia gris en una sola, nos compenetramos de una forma tan eficaz cómo un dúo musical practicando su grandioso arte.
Creamos un lenguaje nuevo que sólo podía ser comprendido por aquellos que nosotras deseásemos. Construimos UNA.
¿Por qué te fragmentaste de mí? ¿Acaso no te aferré lo suficiente entre nuestros lazos?
Un inquilino se posó, nuevo, fresco. Todo acabó. Un pajarillo sólo en su nido vacío.
Te extraño pero, no, ya no me perteneces porque no quieres que ello perturbe tu nueva existencia. Tu decisión marcó a fuego en mi alma troceadala la torturada realidad.
Dices mucho más manteniéndote lejos que procurando disculpas que ni tu consigues digerir con calma. Quiero borrar con jabón o con sangre todo lo que tuvimos porque, finalmente ví, lo que tu considerabas realmente. Vuela, aléjate, lárgate de mi sombra y de mis neuronas.
Sin embargo, sabes que sigo siendo la estúpida que te seguirá anhelando hasta que mi fuero interno explote de indecisión. No, no se puede borrar un pacto cómo de las almas gemelas tan sólo llorando y odiándote sólo por minúsculos intervalos de tiempo. Más de siete años no. Ya no.
Se oyé en la penumbra los indecisos acordes de un violoncello melancólico, lloriqueo como una cría. El sonido se aleja lentamente hasta que el silencio me domina y lleva mi llanto una octava superior...
Dejamos de conversar pues comprendimos que sólo eran necesarias las miradas bobaliconas impregnadas en complicidad infranqueable. Fundimos nuestra materia gris en una sola, nos compenetramos de una forma tan eficaz cómo un dúo musical practicando su grandioso arte.
Creamos un lenguaje nuevo que sólo podía ser comprendido por aquellos que nosotras deseásemos. Construimos UNA.
¿Por qué te fragmentaste de mí? ¿Acaso no te aferré lo suficiente entre nuestros lazos?
Un inquilino se posó, nuevo, fresco. Todo acabó. Un pajarillo sólo en su nido vacío.
Te extraño pero, no, ya no me perteneces porque no quieres que ello perturbe tu nueva existencia. Tu decisión marcó a fuego en mi alma troceadala la torturada realidad.
Dices mucho más manteniéndote lejos que procurando disculpas que ni tu consigues digerir con calma. Quiero borrar con jabón o con sangre todo lo que tuvimos porque, finalmente ví, lo que tu considerabas realmente. Vuela, aléjate, lárgate de mi sombra y de mis neuronas.
Sin embargo, sabes que sigo siendo la estúpida que te seguirá anhelando hasta que mi fuero interno explote de indecisión. No, no se puede borrar un pacto cómo de las almas gemelas tan sólo llorando y odiándote sólo por minúsculos intervalos de tiempo. Más de siete años no. Ya no.
Se oyé en la penumbra los indecisos acordes de un violoncello melancólico, lloriqueo como una cría. El sonido se aleja lentamente hasta que el silencio me domina y lleva mi llanto una octava superior...
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