viernes, 5 de febrero de 2010

Las horas


Una vaga ilusión se va desvaneciendo lentamente como el vaho en la ventana un día de humedad. Unos inconstantes suspiros flotan en el aire. Los párpados me pesan como losas y los labios se comprimen para que no escapen los sollozos.

La añoranza ha vuelto a visitar a los sentimientos con un motivo cruel, recordando las horas pasadas, las de aparente alegría. Aquellos días en los que todo era más fácil, que los actos que realizaba no tenían consecuencias tan sumamente catastróficas.

El pasado, el mío. Nunca pensé que llegaría a extrañarlo tanto. Ahora me miro y no me reconozco. ¿Cuándo empezaron a derrumbarse mis esquemas, todo lo que yo amaba?

Tictac, cuenta el reloj, marcando su compás militar e interminable. Ya se ha ido todo. No rememoro nada. Tan sólo mi deprimente situación.

Tictac, vuelve a sonar. No quedan sentimientos ni sensaciones de ningún tipo. Tan sólo mi pulso, el subir y bajar de mi pecho y el vacío de la mente. El vacío de la nada.

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